2017/08/25

Filipinas

Viajar es una de las cosas que más me mueve y que más me gusta, me gusta ir de aquí allá, conocer, aprender, y este fue un viaje imprevisto, encontré un vuelo barato, no sabía si es que iba a poder ir, y cuando todo se alineó a que sí, pagué el vuelo y me encaminé a la aventura.
Uno de mis miedos más grandes es estar en un país en el que no conozco el idioma local, y pues vaya que este fue el viaje en el que lo superé. Compré una tarjeta SIM en el aeropuerto que tenía 300 pesos filipinos de saldo, con eso tuve internet por unos días pero para el restante tuve que recargar.
Filipinas a primera estancia es muy parecido a México, o a cualquier otro país, desde las personas hasta en los centros comerciales. Incluso tiene palabras en español, como chuchara, coche, y comparte nombres con ciertos guisos, como champurrado, sólo que el de ellos es arroz con chocolate. Y es que no es raro, ambos fuimos conquistados por españoles y mucho del arte sacro que tienen provino de México.
Hablando de comida, la comida local no me gustó, le echan mucha azúcar a todo, pero si de postres hablamos, el halo-halo se ganó mi corazón, es un raspado, con leche de coco, fruta y un montón de cosas más. Halo-halo se traduce como "mezcla-mezcla".
Me encantaría decir que todo es color de rosa, pero no siempre es así, y está bien el poder tener contrastes que te ayuden a ver la vida, fue un viaje donde aprecié todo lo que tengo, todas las oportunidades que se me presentan y sobre todo ser agradecida por quienes están en mi vida.
Hay mucha pobreza, mucha prostitución, y muchos policías por todos lados, mirar tanta protección civil no me hacía sentir segura, al contrario, me dejó con una sensación de precaución, más sabiendo la historia del país y la ocupación Estadounidense actual. A cada lugar al que ibas sin importar donde fuera te revisaban, pasabas por detector de metales, y pedían ver dentro de tu bolso, incluso los autos, me moví en Uber durante toda la estancia, los revisaban por debajo y las cajuelas.
No puedo hablar de contrastes porque ambos extremos conviven y se convergen, en uno de los hoteles donde me quedé mi conductor me dijo que era muy seguro, era una villa que se encontraba atrás de una de las embajadas de Estados Unidos, y digo una porque hay dos.

El otro hotel donde me quedé estaba ubicado en el distrito financiero, una zona que se puede catalogar como nice, pero aún así, el día en el que decidí regresar caminando en lugar de tomar Uber, pude ver muchísima gente en situación de calle, así como prostíbulos y casas de citas. Ver toda la explotación y ver como vivía la gente hizo que se me arrugara el corazón y que apreciara mucho más mi país y los privilegios que gozo.
También tuve mi primera experiencia mala con Uber en Filipinas, cuando mi conductor se dio cuenta que no tenía red me empezó a llevar por callecitas y a desviarse de la ruta, no fue sino hasta que arreglé la SIM y le dije por donde irse que volvimos a la ruta y él estaba enojado. No me importó, mi seguridad es importante.
Filipinas es un país extremadamente mocho, y se puede notar no sólo en sus templos, también en su folclore e imaginario. Sus iglesias, sus exconventos, su arte es precioso, me quedé encerrada en un ex-convento y museo por una hora, no sabía que tenían la costumbre de tomar la siesta. Pero no hay queja, pues pude disfrutar cada rincón.
 Un dato que me pareció bien curioso es que mucha de la obra que tienen provino de México, pero suena lógico, porque los españoles iban de España a México y luego a Filipinas.
También me pareció bien curioso encontrarme con La Guadalupana en la Catedral de Manila, junto con La Piedad y Nuestra Señora de Lourdes.
En cuanto a las compras, en Manila se encuentra el centro comercial más grande de toda Asia, SM Mall of Asia, que tiene tiendas todas y recorrerlo es bastante cansado, incluso tiene una rueda de la fortuna, fue aquí donde me compré mis RHS.
Y también tiene Robinsons, que este centro comercial tiene una leyenda urbana bien curiosa, donde se cuenta que el dueño tuvo un par de gemelos cuates, la niña nació normal, pero su hermano era mitad serpiente, el señor para proteger a su hijo lo privó del mundo y nunca lo dejó salir.
Al niño lo alimentaban con pollos y carnes, porque era mitad serpiente, hasta que un día probó por error la carne humana y se devoró a la niñera.
El señor aterrado decidió construir un centro comercial con laberintos subterráneos para que él pudiese caminar. 
Y es aquí en Robinsons donde pude entrar a un Etude House!. Sólo compré lo necesario aunque ganas no me faltaban de atascarme de tintas y de BB Creams y cosas que no necesito.
Y tampoco podía faltar el turisteo natural, me aventé a escalar un volcán, así es, escalé un volcán que está dentro de un lago y el volcán tiene otro lago dentro. Lago-ception. 

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